Escuchar y observar al niño es uno de nuestros pilares, ellos son una condición necesaria para acceder y respetar la Cultura de la Infancia que estamos co-construyendo.
La escucha implica tiempo, para que cada niño se revele y muestre todo aquello de lo que es capaz. La observación, es patrimonio tanto de los adultos como de los niños y es una estrategia que junto con la escucha transforma la práctica cotidiana en plática educativa. Cuyo objetivo es conocer a fondo los recursos y potencialidades con los que cuentan los niños.
De esta manera se pueden construir situaciones educativas de calidad, donde los niños aprendan por sí mismos y donde la intervención de los adultos sea lo menos disruptiva: no tiene sentido enseñar algo a lo que ellos llegaran por sí mismos, ni sugerir ideas que llegaran a ellos de un momento a otro. Lo deseable es activar el placer y la felicidad de descubrir CÓMO ES EL MUNDO QUE LOS RODEA.
En el libro La Ética en el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi nos dice que «Los niños construyen su propia inteligencia. Los adultos tenemos que proporcionarles la organización y el contexto para poder escucharlos». Así nos invita a cambiar la perspectiva con la que solemos afrontar, consciente o inconscientemente, la educación de los niños. La misión de los adultos no consiste en modelar a los niños, ni escribir su historia, ni llenarlos de conocimientos como si fuesen recipientes vacíos. Ellos poseen las herramientas para modelarse a sí mismos, para escribir su propia historia y construir su propia inteligencia. Lo que necesitan de nosotros es que les brindemos las mejores condiciones para conseguirlo.
«Es fundamental preservar en los niños (y en nosotros) los sentimientos de asombro: la creatividad, como el conocimiento, es hija del asombro».
Todos los padres deseamos que nuestros hijos sean creativos. Pero quizá no todos comprendamos qué es realmente estimular la creatividad. Cuando son libres para crear, los niños crean para ser libres. Ese es el fundamento de la expresión artística. A veces sólo vemos un juego y un entretenimiento en el dibujo y la pintura. No percibimos todo lo que sucede en el interior del niño cuando tiene libertad, tiempo y tranquilidad para concentrarse en su tarea.
Finalmente, una hermosa manera de acercarnos a la figura del niño capaz y agente activo de su propio aprendizaje es interiorizar el siguiente poema:
los 100 lenguajes de los niños
Los niños tienen cien lenguajes
cien manos, cien pensamientos cien maneras de pensar, de jugar y hablar cien siempre cien. Cien maneras de escuchar, de sorprenderse, de amar, cien alegrías para cantar y entender cien mundos que descubrir cien mundos que inventar cien mundos que soñar. Los niños tienen cien lenguajes y además de cien cien cien pero les roban noventa y nueve. La antigua escuela y la cultura adultizante les separan la cabeza del cuerpo y les dicen que piensen sin manos |
que actúen sin cabeza
que escuchen y no hablen que entiendan sin alegría que amen y se sorprendan solo en pascua y navidad. Les dicen que descubran un mundo que ya existe y de cien les roban noventa y nueve. Les dicen que el juego y el trabajo la realidad y la fantasía la ciencia y la imaginación el cielo y la tierra la razón y el sueño son cosas que no van juntas y les dicen que el cien no existe Pero el niño sin embargo dice que el cien SI EXISTE!! Loris Malaguzzi |